Entrada anterior: Capitulo 2. Adivina qué...
Capítulo 3. Los Ninjas no lloran
Los disparos se oían por todo el pueblo.
- descuida, todo saldrá bien – le decía Juan al tipo ebrio, quien ya no estaba ebrio – Adri se encargara de ellos. Mientras contemos chistes
- ¿qué? – dijo el tipo ebrio perplejo
De pronto se abrió un enorme agujero en el techo y de ahí bajo el hombre Ninja.
- ¡muajajaja, los tengo! – dijo el hombre Ninja
- ¡aaah! – grito Juan y después apunto al hombre Ninja con su arma
- no me hagas reír – dijo el hombre Ninja lanzando un cuchillo que le quito el arma a Juan.
Afuera Adri y algunos agentes comenzaban a ganar.
- dispárenles en la cabeza – grito Adri y todos los agentes apuntaron hacia abajo – la otra cabeza
Pronto todos los enemigos terminaron muertos.
- eso fue fácil – dijo uno de los agentes. De pronto se escucho otra explosión y el hombre Ninja salió volando por el techo de la comisaria.
Mientras tanto en Zanzibar.
- apúrate Sylar que se nos hace tarde para ir a salvar el día Tisccrable – decía Nahuel esperando afuera de la comisaria de Zanzibar
- ¿cuál sombrero va con mis ojos? – Dijo Sylar apareciendo en la puerta - ¿este o este?
- yo diría que el café – dijo una vieja y decrepita anciana que apareció de la nada
- Aaaah! – Grito Nahuel - ¿quién eres tú?
- Yo soy Melcacho, Devora Melcacho. Y tengo un mensaje para ustedes – dijo la anciana decrepita.
- diablos, en cuanto le diga al Jefe que volví a fallar me castigara duro – decía el hombre Ninja frente a la celda de Abby
- no puede ser tan malo – dijo Abby
- es que tú no sabes cómo es él – dijo el hombre Ninja – siempre se enoja por todo, nunca tiene consideración de mí
- ya,ya, tranquilo. Es hora de que hables con “el Jefe” dile lo que sientes, seguro entenderá y dejara de culparte de todo – le aconsejo Abby
- ¿tú crees? – dijo el hombre Ninja con los ojos en lagrimas.
- Juan, ¿qué diablos fue eso? – decía Adri entrando a la comisaria
- no lo sé, el hombre Ninja me golpeo y no recuerdo nada – le respondió Juan, todos voltearon a ver al sujeto al que habían interrogado
Los caballos corrieron de prisa todo el camino desde Zanzíbar.
- ¡Adri, Juan! – grito Sylar saliendo del carruaje. Adri y Juan salieron, frente a la entrada de la comisaria estaban Nahuel, Sylar y la anciana decrepita.
- ¿qué pasa? – dijo Juan.
- tengo un mensaje para ustedes – dijo la anciana – un mensaje de… Arby