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lunes, 24 de mayo de 2010

A day, a life 2

- no tengas miedo, no voy a hacerte daño – dijo la capitana acercándose lentamente. La niña levanto la mirada. Sus ojos estaban rojos por todo el llanto que había llorado. En sus ojos se reflejaba el dolor y el miedo. El miedo de aquel horrible monstruo que hacia presa de ella, el monstruo al que llamaban: guerra. Claudia, la capitana, la tomo en brazos. La niña abrazo fuertemente.
- tenemos que sacarla de aquí – dijo la capitana, Víctor asintió con la cabeza. Claudia levanto a la niña, poniendo su arma en la espalda. – Cúbreme – dijo y de inmediato salieron del edificio. En la calles el estruendo y ruido de las balas volvieron a los soldados, que corrían por las calles, esquivando enemigos, disparando, sobreviviendo. Un tercer tanque se salió de entre los escombros de un pequeño restaurante. Los soldados se quedaron petrificados al ver a la enorme bestia de metal apuntarles con el cañón a 30 metros de distancia. Claudia abrazo a la niña con fuerza y cerró los ojos. Se escucho una explosión. El tanque estaba deshecho. Sobre sus cabezas volaba un bombardero. Sin tiempo para agradecer, siguieron su camino. El helicóptero los esperaba en el punto de extracción. Los soldados y la niña subieron a la nave. Y salieron de ahí.
- ¿Cómo te llamas, pequeña? – le pregunto Claudia a la pequeña mientras sobrevolaban las ruinas de Paris.
- Claudia – contesto la pequeña con voz suave
- te llamas igual que yo – contesto la capitana sonriente.          

A day, a life

“La guerra es un monstruo, vestido de sangre”





Había soldados por casi toda la ciudad. Por todos lados solo se escuchaban disparos, las armas no dejaban de sonar ni un minuto. Bajo los escombros de un edificio el escuadrón 21, o lo que quedaba de él, pedía apoyo. Las bajas estadounidenses eran grandes.
- Aquí el escuadrón 21, solicitando una extracción  – decía la capitana por radio. Un enorme tanque enemigo se apareció por detrás. Los cuatro soldados tuvieron que correr en todas direcciones, dos hacia el sur de la ciudad y dos hacia el norte.
- aquí la capitana – se escucho por el radio una vez que ya se encontraban bastante alejados – nos vemos en el punto de extracción
La capitana y otro soldado corrieron por las calles esquivando a las tropas enemigas, disparando a los que intentaban dispararles. Sin embargo otro tanque los hizo esconderse en un edificio. Dentro las luces parpadeaban, el polvo salía de las paredes producto de las explosiones.
- Sera mejor que revisemos que sea seguro, Víctor – le dijo la capitana a su compañero. Revisaron el primer piso, no había nadie, estaba completamente desierto. Al subir al segundo piso, los soldados escucharon un ruido extraño.
Cuidadosamente revisaron cada cuarto del segundo piso. Al quedar solo una puerta por abrir, ambos cargaron sus armas y apuntaron con cuidado. De un golpe Víctor derribo la puerta.
Los ojos de la capitana y del soldado Víctor quedaron perplejos con lo que había detrás de la puerta. Se miraron el uno al otro, sin poder creerlo. Frente a ellos una niña pequeña, abrazada a su osito de peluche, cubría su cara de los extraños que la miraban. Los soldados bajaron sus armas, lentamente se acercaron a ella. De pronto reino un silencio apacible, por un momento el tiempo se detuvo. Por un momento ya no había guerra, ya no más dolor.